domingo, 21 de noviembre de 2010

#Sabor a soledad

Me muerdo la lengua hasta conseguir saborear la sangre de la herido que ahí en ella. Me muevo nervosa de derecha a izquierda. Me paro y observo esos cuerpos que yacen allí, sin vida, inmóviles. Un charco de sangre les rodea. El fluorescente parpadea y eso crea sombras de inquietud.

De repente me doy cuenta de la pistola que llevo en la mano derecha, la suelto generando un ruido espantoso al rebotar contra el suelo de azulejos grises.

Cogi mi muñeca de trapo y la abracé con el afán de encontrar todo aquel cariño que en aquel momento había perdido.

Oía todavía en mi cabeza las voces sollozantes de ellos que me decían que les matase, que me salvase yo…fui egoísta, lo se. Y eso me está matando ahora.

Me senté acurrucada enfrente de aquel espejo grande que había en esa habitación, con la esperanzo de que aquello fuese como en las películas que veia con mi hermano, en la que era un espejo falso y al otro lado había una persona vigilando, mirando y disfrutando de la situación que se daba al otro lado. Más tarde, con el tiempo, eso fue cierto y lo que yo pensé era verdad.

Alguien entra por la puerta, me mira desafiante.

-Muy buen trabajo Rosa- Le miré. Mi hermano, mi propio hermano, el mayor. Alto espaldas anchas, musculoso…siempre tenia algo mas importante que hacer, le idolatraba, ya no, después de aquello no.- Con ocho años eres un orgullo para esta Era. Me alegra ensero- Miró los cadáveres de forma impasible y con una sonrisa de lado, me estaba dando arcadas. Me has sorprendido gratamente- La sangre me hervía, me levanté con fuerzas sacadas de mi orgullo. Quizá en aquel momento maduré de golpe y estoy segura que cualquiera pensaría que yo no me merecía eso. Pero yo pensaba que ellos no se merecían aquello.

-Venid a buscar a esta escoria- Sentencio a sus dos matones. Me miraban con respeto, miedo… De forma brusca y arrastrando, se llevaron a mis padre y a mi hermano. Empecé a llorar, empecé a sentir ese vacío que te llena de odio. Te llena de mares de lágrimas. Oí chasquidos, enseguida me lleve mis manos pequeñas al pecho. Mi corazón… se lo llevaron ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario