sábado, 25 de junio de 2011

·Cadenas que nos atan. Momentos que nos separan.

Pasar por la misma calle, sentir que el viento te roza la piel, el sol se oculta, es hora de ir a casa, pero sin embargo ahí está, mirando el atardecer mientras camina por la calle silenciosa, rozando la pared, agarrandose a la poca vida que desprende unos cuantos trozos de piedra amontonada. Quizá eso cambie, de todas las veces que por allí a pasado, a rozado esa pared, es posible que con el tiempo cambie, que aparezca una planta trepadora, una hormiga despistada, una largatija a la cual la encanta el calor... da gusto ver que algo varia en una vida repleta de cosas que no se mueven, que no parecen vivir, que no cambian, que es siempre lo mismo, el mismo aburrimiento y el mismo afán de caminar para respirar, de leer miles de historias diferentes a la tuya. Porque es eso, todo suele variar, menos mi vida, menos tu sonrisa recorriendo esa calle, rozando esa pared, no estoy, se que lo sabes, se que caminas por allí porque te recuerda a mi. Se que me recuerdas, porque nadie realmente muere hasta que se olvidan de esa persona. Gracias por atarme a la vida.

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