domingo, 4 de octubre de 2015

Tras un millón de enfados y desencuentros, estás tú, como siempre, esperándome en la puerta; "¡qué es otoño!" me dices con convencimiento. Cómo si me importase algo que se cayesen unas miseras hojas de unos árboles aparentemente moribundos.
La verdad, es que sabes cuando como cantidades de chocolates en exceso, cuando me quedo mirando hacia el horizonte, esperando que este se mueva y yo mantenerme quieta.
Tú, amiga mia, que vives a dos pasos de mi, me llamas y me das 5 min de cortesía para estar lista y salir. Salir a donde sea, a seguir la carretera, a hablar en algún banco, a escuchar el sonido de las hojas caer.
En ese momento, los enfados no valen nada, y el estar juntas, lo vale todo.

viernes, 24 de abril de 2015

Libros

Buenas,
ayer hubiese escrito un texto, alabando las letras, las rosas y todo lo que con ello compartes. He de decir que yo no he recibido ni un alambre de espino. Ni un mísero folio. Con esto y con el comentario de "son mejores los libros electrónicos" me he acordado de mi vida, como un flashback.
Sabéis las librerías, y el mal tiempo que hay en este lugar. Pues yo sé que gracias a eso yo tengo armarios llenos de libros que no tenía ni idea que contenían más allá de las palabras y me los compré. Me consideraba aventurera (me he leído cada libro...). Yo siempre llevaba poca cosa en mi mochila, cartera, llaves, paraguas y dinero. El "dinero para libros" que yo llamaba. Me dedicaba a ahorrar para meterme en una librería y no salir hasta que uno verdaderamente me gustase (y me pudiese permitir) llegó un momento en el que nunca fue suficiente el dinero que tuve en el bolsillo y sinceramente no me valían para comprar ni palabras de escritores novatos que se colocaban en aquella esquina de los "sin fama". Aún recuerdo la frustración de no poder rozar las hojas de libros nuevos.
Me quejé, pero me respondieron con un libro electrónico en la cara. De esos que no hueles, no rozas, no puedes doblar la esquina, ni subrayar lo que te gusta. Hemos pasado de libro de mesita, a quinientos cargadores, tenemos un ladrón que nos sirve para enchufarnos a la vida. Porque me he dado cuenta que poco más sabemos hacer que darnos de leches contra farolas, con el móvil, de ir perdiendo la vista con las pantallas.
Me declaro insolvente, insolvente de pagar por algo con fecha de caducidad.
Regalarme libros y una conversación interesante.

martes, 10 de marzo de 2015

Lástima. Lástima de nada.

Cuando se te acerca la sonrisa más bonita del mundo. Cuando tu mundo es esa sonrisa. Cuando los dientes antes eran para comer. Ahora para morder cuellos.

Recordadme, por favor, la razón que tuve de vivir hasta ahora si aún no te conocía. Te exprimía. Te exprimía a abrazos torpes, achuchables, con caricias que empañan más de unos cristales. Los que hacen llorar si son de despedida, o de reencuentro, nunca se sabe. O si lo sé y no lo quiero ver.

Aún me pesan las miradas que tuvimos, o las que no. Las de quiero y no puedo. Esas, que no dices nada. No mueves los labios. No articulas palabra. Pero te comería, a besos. A versos. A canciones desesperadas. A mis dedos, tímidos, dentro de los bolsillos de la cazadora, cuando deberían estar entrelazados en tus manos, grandes, suaves, cálidas.

Dime cómo conseguía el calor entre las sábanas, si tu no estabas. Estufa portátil. Calentador mimoso. Sabes donde rozar, que caricia dar, en cada momento sabes estar.

Pero aún sin saber cómo he conseguido respirar algo de aire fuera de tu espacio vital, estoy segura de que el daño hace. Ahora lo sé. Ahora lo noto. Ahora me duele. Ahora no estás aquí y cada O2 de mis pulmones es menos cómodo. Menos válido para mi cuerpo.

Háblame de cómo llegaste a mi, de cómo te atreviste a venir, de cómo sigo aquí, esperandote. Esperando una llamada, un qué tal, un te adoro.

Lástima que me dijeron "tienes las sonrisa más bonita del mundo, de mi mundo." y que no hallas sido tú.

lunes, 16 de febrero de 2015

Me encantan esas pequeñas historias que hacen que frunza el ceño, que sonria, que llore... me encantan esas historias escritas por un autor conocido, por mis amigos, por mi. Me encantan todos aquellos textos que tengan letras que cuenten la vida de alguien a quien no conozco y que con el paso de las hojas lo conozca, merece la pena perder un poco de mi tiempo por enamorarme de un protagonista o de uno secundario. Simplemente, disfruto ver litro de tinta en un manojo de hojas que forman sentimientos, aventuras, una imagen de una realidad distorsionada.
·Empiezo a odiar el café sin azúcar de por las mañanas, odiar esa obligación insaciable de seguir respirando, de mantener el corazón al tanto de todos los acontecimientos, admitiendo que queda poco. Poco para el final. Para el fin de sonrisas, miradas complices, caricias inesperadas, besos con sabor a café mañanero que preparabas antes de que yo despertaba. Odiaba ser tu princesa, me sentia egoista, pero tu disfrutabas y tu sonrisa me hacia feliz. ¿por qué te tuviste que marchar como un pirata? me dejaste amarrada en el mar de las lágrimas.

lunes, 26 de enero de 2015

Tachar y vuelta a empezar.

El color de sus ojos no era más que aquel que tuvo antes. Son el rastro de los daños que van haciendo los años. El dolor de la soga que aprieta y el abrazo que descansa. Siento deciros que nada vuelve a ser como antes, que ya no habrán los mismos labios que besar ni los mismos vasos en los que ahogarse con un par de copas de algo o quien sabe si el camarero te sirve lo de siempre y un par de servilletas que te quitan las lágrimas de los ojos y se quedan como tatuajes en las mejillas. Ya no hay bares de besos, abrazos, y caricias. Ya no hay un te invito a mi cama que hoy te echo en falta, ayer también lo hice y mañana y lo que me resta de vida también. Que no te cambiaría por nada, que me da igual que lleves esa camisa o la otra, que te guste ese grupo de música que odio o te dejes esas greñas. Quiero ser la agenda de tu día y que mis arrugas no sean por la edad sino por las sonrisas que me sacas.
Cuando te dije que te queria, lo hacia, pero hacia se cansó y ahora se tacha y busca a otro.