domingo, 4 de octubre de 2015

Tras un millón de enfados y desencuentros, estás tú, como siempre, esperándome en la puerta; "¡qué es otoño!" me dices con convencimiento. Cómo si me importase algo que se cayesen unas miseras hojas de unos árboles aparentemente moribundos.
La verdad, es que sabes cuando como cantidades de chocolates en exceso, cuando me quedo mirando hacia el horizonte, esperando que este se mueva y yo mantenerme quieta.
Tú, amiga mia, que vives a dos pasos de mi, me llamas y me das 5 min de cortesía para estar lista y salir. Salir a donde sea, a seguir la carretera, a hablar en algún banco, a escuchar el sonido de las hojas caer.
En ese momento, los enfados no valen nada, y el estar juntas, lo vale todo.

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