lunes, 16 de febrero de 2015

Me encantan esas pequeñas historias que hacen que frunza el ceño, que sonria, que llore... me encantan esas historias escritas por un autor conocido, por mis amigos, por mi. Me encantan todos aquellos textos que tengan letras que cuenten la vida de alguien a quien no conozco y que con el paso de las hojas lo conozca, merece la pena perder un poco de mi tiempo por enamorarme de un protagonista o de uno secundario. Simplemente, disfruto ver litro de tinta en un manojo de hojas que forman sentimientos, aventuras, una imagen de una realidad distorsionada.
·Empiezo a odiar el café sin azúcar de por las mañanas, odiar esa obligación insaciable de seguir respirando, de mantener el corazón al tanto de todos los acontecimientos, admitiendo que queda poco. Poco para el final. Para el fin de sonrisas, miradas complices, caricias inesperadas, besos con sabor a café mañanero que preparabas antes de que yo despertaba. Odiaba ser tu princesa, me sentia egoista, pero tu disfrutabas y tu sonrisa me hacia feliz. ¿por qué te tuviste que marchar como un pirata? me dejaste amarrada en el mar de las lágrimas.