martes, 23 de mayo de 2017

Después de mucho tiempo alguien plantó una bandera en mi corazón. Me diréis "¿y qué?", pues que después de aquello, me dejo plantado el palo y recogió la bandera. "¿Pero cómo?" Porque fui idiota, fui idiota en intentar firmar un pacto, un pacto con palabras, porque el amor se supone que no es eso, no es un firma aquí y ya está todo asentado. Nadie habló de la letra pequeña, de las exigencias que conllevaba. "¿Qué dices de letra pequeña?" Digo, que no se puede escribir sobre ello. Digo que no hay nada que firmar cuando las risas se hacen solas, las cosquillas, los besos...
Fui estúpida porque intenté aclarar lo que no hacía falta.
Fui tonta porque yo no debería haberle dejado.
Porque no sentía mariposas, ni hormigueo.
Solo le veía, y sonreía.
Era perfecto, si no fuese porque no le quería.

domingo, 30 de abril de 2017

Gente tóxica.

A veces me gustaría abrazar las estrellas.
Seguro es más fácil que abrazarte a ti.
Me gustaría mirarte a los ojos y decirte.
Decirte, tantas cosas...

Porque cuando no estas conmigo,
cuando no estoy contigo.
Cuando te alejas de mi.
Cuando me dicen que te necesito y digo que es mentira.
Cuando la gente se da cuenta de como te miro.
Seguro que te lo dicen.
Me dijeron que algo te habían dicho.
Oí que me querías.

Pero no me miras,
no cuando yo lo hago.
Y cuando hablamos miras al frente como si tal cosa.
Como si se te hubiese perdido algo en el horizonte.
Pero a ti no se te perdió nada,
decidí perderlo yo.
Perderte a ti.
No tiro la toalla.
Porque no tenía toalla a la que asirme.

Fin de esta historia sin comienzo.

"Al final de todo, sé que tu me echarás en falta más que yo a ti."
"Puedes hacer lo que te de la gana, he vivido más que tú y he trabajado mucho más. ¿Puedes decir lo mismo? He hecho lo que me ha dado la gana sin miedo al fracaso. ¿Y tú?"
"Estás luchando por nada. Sigue siendo como eres y llegando a nada"

Al final de todo esto, resultaste ser lo más tóxico de mi alma.

domingo, 8 de enero de 2017

Recuerdo tu olor.
Como el del mar cuando choca.
Como el fuego de una hoguera.

Recuerdo lo obscuro del día.
Como la luna vacía.
Como la niebla matutina.

Recuerdo tu voz.
El repicar de la lluvia en los cristales.
Las piedras de un rio rodando.

El portazo.
El Botar.
El respirar.

Y te prometo, que quiero olvidar.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Recuerdos

Es una nebulosa,
que cambia,
que se amontona.

No es romance,
ni hay poesía en estas palabras.

Hay lo que se siente al ser feliz sin serlo.

A pensarte,
a intentar dibujarte,
con acuarelas,
como un día lluvioso,
en el cristal borroso,
o las lágrimas
amontonadas.

Eres poesía, sin serlo,
eres prosa, sin ser escrito.

Eres imaginado,
imaginario.

Eres
Y con eso me vale y me basta.

domingo, 4 de octubre de 2015

Tras un millón de enfados y desencuentros, estás tú, como siempre, esperándome en la puerta; "¡qué es otoño!" me dices con convencimiento. Cómo si me importase algo que se cayesen unas miseras hojas de unos árboles aparentemente moribundos.
La verdad, es que sabes cuando como cantidades de chocolates en exceso, cuando me quedo mirando hacia el horizonte, esperando que este se mueva y yo mantenerme quieta.
Tú, amiga mia, que vives a dos pasos de mi, me llamas y me das 5 min de cortesía para estar lista y salir. Salir a donde sea, a seguir la carretera, a hablar en algún banco, a escuchar el sonido de las hojas caer.
En ese momento, los enfados no valen nada, y el estar juntas, lo vale todo.

viernes, 24 de abril de 2015

Libros

Buenas,
ayer hubiese escrito un texto, alabando las letras, las rosas y todo lo que con ello compartes. He de decir que yo no he recibido ni un alambre de espino. Ni un mísero folio. Con esto y con el comentario de "son mejores los libros electrónicos" me he acordado de mi vida, como un flashback.
Sabéis las librerías, y el mal tiempo que hay en este lugar. Pues yo sé que gracias a eso yo tengo armarios llenos de libros que no tenía ni idea que contenían más allá de las palabras y me los compré. Me consideraba aventurera (me he leído cada libro...). Yo siempre llevaba poca cosa en mi mochila, cartera, llaves, paraguas y dinero. El "dinero para libros" que yo llamaba. Me dedicaba a ahorrar para meterme en una librería y no salir hasta que uno verdaderamente me gustase (y me pudiese permitir) llegó un momento en el que nunca fue suficiente el dinero que tuve en el bolsillo y sinceramente no me valían para comprar ni palabras de escritores novatos que se colocaban en aquella esquina de los "sin fama". Aún recuerdo la frustración de no poder rozar las hojas de libros nuevos.
Me quejé, pero me respondieron con un libro electrónico en la cara. De esos que no hueles, no rozas, no puedes doblar la esquina, ni subrayar lo que te gusta. Hemos pasado de libro de mesita, a quinientos cargadores, tenemos un ladrón que nos sirve para enchufarnos a la vida. Porque me he dado cuenta que poco más sabemos hacer que darnos de leches contra farolas, con el móvil, de ir perdiendo la vista con las pantallas.
Me declaro insolvente, insolvente de pagar por algo con fecha de caducidad.
Regalarme libros y una conversación interesante.

martes, 10 de marzo de 2015

Lástima. Lástima de nada.

Cuando se te acerca la sonrisa más bonita del mundo. Cuando tu mundo es esa sonrisa. Cuando los dientes antes eran para comer. Ahora para morder cuellos.

Recordadme, por favor, la razón que tuve de vivir hasta ahora si aún no te conocía. Te exprimía. Te exprimía a abrazos torpes, achuchables, con caricias que empañan más de unos cristales. Los que hacen llorar si son de despedida, o de reencuentro, nunca se sabe. O si lo sé y no lo quiero ver.

Aún me pesan las miradas que tuvimos, o las que no. Las de quiero y no puedo. Esas, que no dices nada. No mueves los labios. No articulas palabra. Pero te comería, a besos. A versos. A canciones desesperadas. A mis dedos, tímidos, dentro de los bolsillos de la cazadora, cuando deberían estar entrelazados en tus manos, grandes, suaves, cálidas.

Dime cómo conseguía el calor entre las sábanas, si tu no estabas. Estufa portátil. Calentador mimoso. Sabes donde rozar, que caricia dar, en cada momento sabes estar.

Pero aún sin saber cómo he conseguido respirar algo de aire fuera de tu espacio vital, estoy segura de que el daño hace. Ahora lo sé. Ahora lo noto. Ahora me duele. Ahora no estás aquí y cada O2 de mis pulmones es menos cómodo. Menos válido para mi cuerpo.

Háblame de cómo llegaste a mi, de cómo te atreviste a venir, de cómo sigo aquí, esperandote. Esperando una llamada, un qué tal, un te adoro.

Lástima que me dijeron "tienes las sonrisa más bonita del mundo, de mi mundo." y que no hallas sido tú.

lunes, 16 de febrero de 2015

Me encantan esas pequeñas historias que hacen que frunza el ceño, que sonria, que llore... me encantan esas historias escritas por un autor conocido, por mis amigos, por mi. Me encantan todos aquellos textos que tengan letras que cuenten la vida de alguien a quien no conozco y que con el paso de las hojas lo conozca, merece la pena perder un poco de mi tiempo por enamorarme de un protagonista o de uno secundario. Simplemente, disfruto ver litro de tinta en un manojo de hojas que forman sentimientos, aventuras, una imagen de una realidad distorsionada.
·Empiezo a odiar el café sin azúcar de por las mañanas, odiar esa obligación insaciable de seguir respirando, de mantener el corazón al tanto de todos los acontecimientos, admitiendo que queda poco. Poco para el final. Para el fin de sonrisas, miradas complices, caricias inesperadas, besos con sabor a café mañanero que preparabas antes de que yo despertaba. Odiaba ser tu princesa, me sentia egoista, pero tu disfrutabas y tu sonrisa me hacia feliz. ¿por qué te tuviste que marchar como un pirata? me dejaste amarrada en el mar de las lágrimas.